viernes, diciembre 01, 2006

La delgada línea


Felipe Torres
Lo único cierto entre ser buenos y malos en lo que hacemos es que la línea divisoria entre lo uno y lo otro es incierta. Por ejemplo usted puede escuchar a las cadenas radiales, como Caracol, entrevistando al fiscal general de la Nación y no es extraño sentirse testigo de presenciar una alegre charla entre grandes amigos.
Por el contrario el 8 de septiembre en Estados Unidos por la cadena Headline News, adscrita a la CNN, Nancy Grace, reconocida presentadora y otrora jurista de profesión, entrevistaba una abatida mujer que buscaba su hijo secuestrado. La relación entrevistador-entrevistado no era en los mejores términos y Grace se comportaba más como la “fiscal” que fue, que como la presentadora de un espacio periodístico.

Ni tanto que queme al santo
Las dudas no dejan de asaltar las mentes precavidas cuando escuchan a Darío Arismendi en conversación con Mario Iguarán. ¿Puedo confiar en lo que está declarando el fiscal y en que el periodista va a preguntar incluso las cosas molestas a las cuales yo tengo derecho a estar informado?
Pongamos el caso de un cronista criollo, reconocido por su trabajo en los años noventas en el periódico El Mundo, escritor de la selección de crónicas Medellín es así y que hace poco firmó una extensa crónica en la cual narra desde la perspectiva de víctimas el conflicto de la “Comuna 13: crónica de una guerra urbana”.
En uno de sus trabajos más recordados el cronista de Riosucio, Caldas, escribe un perfil del cantante Darío Gómez en el cual testifica que por defender a su madre mató a su papá.

Ni tanto que no lo alumbre
El periodista cumple una labor social y su función no es ser juez, policía, ni verdugo como se le culpa a la presentadora Nancy Grace, pues Melinda Duckett, su entrevistada, decidió quitarse la vida tiempo antes de que saliera emitido el programa. La familia ha denunciado a la presentadora y extensivamente a la cadena CNN pues arguyen que la forma cómo fue tratada Melinda indujo a que ésta tomara la decisión final.
Uno como consumidor de medios no tiene la necesidad de ver rodar cabezas cada vez que un comunicador realiza un trabajo, pero tampoco tiene porque aguantarse una sarta de declaraciones amañadas y auspiciadas por el entrevistador que se acercan más a la publicidad que a la revelación de la información a la cual demandan los usuarios.
A Ricardo Aricapa, Darío Gómez ya ni lo recuerda y tampoco le pasa al teléfono; a Mario Iguarán lo seguiremos escuchando primero en Caracol y a Nancy Grace se le vienen problemas debido al proceso que en su contra han instaurado los familiares de Melinda Duckett.
En la cadena radial la W, donde los entrevistados no se enfrentan a un entrevistador sino a varios, se nota más el afán por sacar a relucir la verdad, y dejar en claro las actuaciones y pensamientos del invitado. Lástima que en esta misma cadena los oyentes-participantes sean tratados de manera tan brusca y con tan poco respeto. Definitivamente, la línea sigue siendo difusa.

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