jueves, febrero 05, 2009

El regreso (siempre se vuelve)

25 de enero de 2009

El momento soñado terminó siendo un interrogante más. Me devolví para darle calor al alma y pocos metros después de Bogotá me di cuenta que el frío provenía de mi sangre, de adentro.

Y cuando esperaba que la Cornejo estuviera al final de tan largo camino apenas logré unas pocas palabras suyas en las cuales asegura que su vida va muy bien. Y qué injusto. Tanto esperar este momento para que cuando se dio me sintiera como si esta no fuera mi casa de siempre.

Esta ciudad, ahora, tampoco es la mía: la eterna condena a jugar siempre de visitante. Bogotá me hizo sufrir mucho cuando estuve allá, ahora me hace sufrir al desenfocarme del lugar en el cual debo gastar mis días.

Y de nuevo queriendo echar el tiempo atrás. El recordar para no vivir como un ejercicio diario. Que gran vacío el que me has dejado divina mujer. Y que daría esta vida y la otra por compartir de nuevo, ahora y por siempre, todo lo que antes tanto soñamos. Así no sea posible.

“Son las mismas luces que alumbraron con sus pálidos reflejos ondas horas de dolor. Que con indiferencia hoy me ven volver. Errante en la sombra, te busca y te nombra, la Diana: un dulce recuerdo que lloro otra vez.

Tengo miedo del reencuentro con el pasado que vuelve a enfrentarse con mi vida. Pero el viajero que huye tarde o temprano detiene su andar. Y aunque el olvido, que todo destruye, haya matado mi pequeña ilusión, tengo escondida una esperanza humilde que es toda la fortuna de mi corazón”.

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