lunes, mayo 25, 2009

Una escultura de vos

Es verdad mujer de otra vida: Somos el resultado de las personas que amamos. Alguna vez lo había escrito pero no había reconocido que fuiste vos quien me lo dijo alguna noche mientras contábamos estrellas cobijados por varias constelaciones en la finca de Versalles. Nos reíamos acostados en la hamaca mientras degustábamos un Undurraga - Cabernet que tanto te gusta. No me la tomé a pecho porque no sabía de que me hablabas.

El viernes, mientras compartía conmigo mismo un delicioso almuerzo en el restaurante que más me gusta de esta ciudad, caí en la cuenta de tus palabras estelares. Estaba dándome un gusto en tus proporciones: lasagna vegetariana, una copa de Gato Negro, un buen postre y la tarde cayendo sobre los tejados de la Candelaria. Un montón de casas viejas llenas de musgo, como si fueran mil veces la casa de Versalles repetida para formar una ciudad.

Brindé conmigo mismo y en mi honor. Anfitrión de mi soledad, la misma que alguna vez te quité, te saqué de tu cuarto y tus canciones de The Cure. Yo soy tu repetición, el resultado de la persona que amé, y que tanto recuerdo... La camisa y el sostén con manchas amarillas de mis dedos de Cheese Trix. Yo dejé una huella en cada una de tus cosas, un lunar descubierto y colonizado, una cama desajustada, dos platos al desayuno dominical y un mal presentador de televisión. La serie National Geographic: nacimiento de una paloma en el tejado de tu casa, miles de retratos y desnudos, dos personas que mueren atropelladas por una tractomula en una carretera y Dios haciendo barra mientras hacíamos el amor.

Vos dejaste en mi todo. Creo que en este momento soy tu replica. Incluso ante las difíciles decisiones, tenis rojos o zapatos trocha, blu-jean o pantalón, camiseta por dentro o por fuera, aplancho o no aplancho, será que hoy si me peino; me pregunto que decisión tomarías tú.

Camino por las noches y lloro los sábados, fumo marihuana cuando es necesario, pero nunca dejo de fumar. (Cómo disfrutarías unos habanos que me trajeron hace poco). Como queso aunque el vino lo dejé por miedo al alcoholismo. Converso con todos los niños y quiero tocarlo todo, hasta lo que no se puede tocar. Me río y peleo, y después hago morisquetas, como vos cuando alguna idea loca se te metía en la cabeza. Y cuando me enamoro me doy unas cuantas palmaditas en la espalda y digo: "Es solo un enamoramiento, ya pasará". Como si fuera una tos que con algo de jarabe se pasa, y no me jugara el pellejo.

Trato de cantar y grito mucho, es mejor tener los pulmones despejados; silbo cuando puedo y cuando no puedo... también silbo. Digo las cosas sin pensar a quien pueda herir, igual las palabras no siempre matan y pa' caerle bien a todo el mundo tiempo sobra. Te acordás de ese cinismo tan tuyo. Tiene la opción de morirse o olvidarlo. Es una hermosa forma de ver la vida. Los domingos tengo prohibido bañarme y en caso de no ser necesario trato de no levantarme de la cama. Desayuno con todo lo que me genere placer, y si mezclar cereales, arepa, queso, chorizo, chocolate, tamal y todo lo que se atraviesa me hace feliz: "pues hacele Felipe, hacele que a nadie le tenés que pedir permiso".

Y aparte de eso mantengo un repertorio de tus frases negras, tu humor sin pudor. De verdad, ahora reconozco toda la sabiduría que la vida te había heredado en ese entonces. Y esa felicidad con que afrontabas cada día, eras un niño feliz en cuerpo de mujer madura. Y leo los Fragmentos de Amor Furtivo que algunas vez recorrimos juntos.

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