sábado, mayo 09, 2009

De a de veras

Vamos a ser muy sinceros, príncesa hermosa. No es necesario que nos sentemos a conversar porque de nada ha de servir. Las situaciones que hemos vivido nos han dicho todo lo que necesitamos saber.

Yo puedo querer cambiar el mundo pero debo reconocer una verdad de perogrullo: no tenemos tiempo de meternos en cuentos. Yo tengo un trabajo rompe-culos, del cual me siento orgulloso, pero que es completamente inflexible en cuestión de horarios. Tú por el contrario tienes todos tus compromisos mientras mis horas libres y te regresas a tu casa cuando yo aún estoy en la oficina. Para qué seguir peleando con el tiempo, si el reloj sigue dando pasos y nunca nos cruza los caminos. Entre mi salida de la Universidad y tu llegada a ésta pueden no haber más de quince minutos, pero ni yo puedo salir más tarde ni tú puedes llegar más temprano.

Por esa razón aquel miércoles me despedí de manera especial, ahora si había llegado el último día, el último segundo a tu lado. Y el último abrazo, que por variar también fue un fracaso. Entonces no voy a tratar más, no nado más contra la corriente.

Si el próximo fin de semana nos logramos reunir tendré muy pocas cosas por decir, y si por el contrario nuestras agendas se vuelven a llenar de compromisos en los cuales no cabe la otra persona, no importa, el tiempo ha decidido por nosotros.

Nos vemos linda, gracias por todo... Lástima que te vayas justo cuando no podía estar más entusiasmado contigo.

Y ni modo de decirte que otra vez será, porque no es verdad, nunca más será como debió ser.

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