lunes, diciembre 01, 2008

¿Cómo la viste Prince?

Contigo decapitada ya no sé que hacer, ni a quién escribirle. Además no sé dónde meter tu cabeza. Eso es lo malo de decapitar a las personas, y no tengo las agallas de dejar tu cabeza en cualquier parte. Por ahora le dedicaré estas letras a tu cabeza (por eso es bueno creer en Dios, uno tiene a quien echarle la culpa cuando las cosas salen mal). Y por eso ahora será bueno tener tu cabeza, porque así tendré a quien escribirle pendejadas.

Entonces debe cambiar el título también y ahora será ¿Cómo la viste cabeza de Prince? Si viste como el fútbol nos puede tener bailando en la frontera entre felicidad y amargura, interviniendo en ambos campos con pocos minutos de diferencia. Del sábado te digo que siento es pena, un partido con dos hombres menos en una cancha sintética es insostenible. Sin embargo hasta cinco minutos antes de terminar íbamos empatados a cinco goles. El nueve cinco fue un resultado demasiado injusto.

De ese día te digo que cuando todo el mundo se estaba acomodando yo ya tenía un gol en mi cuenta personal que quería haber celebrado contigo (pero completa, no solo la cabeza). Obviamente te lo dediqué a vos, pese a que ya te había decapitado.

Ese día me puse a pelear y el partido terminó en un embrollo en el que tuvimos que hacer la paz antes de continuar jugando: pero puta madre que no teníamos porqué perder. El domingo también perdimos, de nuevo con dos jugadores menos, por seis a tres y completé dos derrotas en línea, récord que no vivía hace rato.

Ese día estaba demasiado golpeado e incluso todavía siento mucho dolor en las piernas. Pero que rico este ritmo que estoy llevando. Esta vez estaba demasiado fatigado para ser protagonista y los defensas del otro equipo me aplacaron a punta de pata cuando apenas comenzaba el partido.

Pero la nota feliz la puso el medallo, el dichoso equipo al que tú le has negado los afectos, cuando me regaló uno de los mejores partidos que les he visto. Fíjate que en el primer tiempo, cuando el partido iba en contra dos goles por uno envié una nota con el marcador de Medellín ganando tres por dos. Y aunque el tiempo pasaba y pasaba el equipo terminó dándome la razón: un tres por dos que grité y se escuchó en todo el Campín.

Así es el fútbol, nos lleva y nos trae, hoy nos sonrié y dos minutos después nos niega la cara. Por ahora, cabeza de prince, niña decapitada, come chocolate que es lo único que tengo para vos.

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