domingo, diciembre 21, 2008

Mi regalo de navidad

Si viste navidad que tenías un regalo para mí. Que no me olvidaste para esta ocasión y que la Esperanza no se desvanece. Qué noche, algo así era todo lo que necesitaba, un rato para estar tranquilo, para gozarme esta vida y la otra. Te lo agradezco, que regalazo.

Y todo fue esperar. Llegó el día cuando menos lo pensaba, después de pasar miles de malos ratos, de miles de kilómetros recorridos, del sudor en la frente por el mucho trabajo, después de la espalda dolorida por falta de un rato de esparcimiento.

Sonó el teléfono (y no era el Gran Combo). Después de una mala comunicación pude entender con quien hablaba y la invitación a salir, que en otras ocasiones se vio frustrada por mis compromisos, se pudo dar esta ocasión. Y mi Paulis, has de perdonarme que aunque la invitación me la hiciste vos, yo haya estado más preocupado de otros asuntos más 'esperanzadores'. La noche fue única, de esas para no olvidar y en la que nos disfrutamos la nueva reglamentación del prohibido fumar en los bares. Fue genial, y pues ella, de verdad, gracias por ese regalo. Si te ofendí discúlpame, en cierta forma vos así lo quisiste... Vos me mandaste a los brazos de ella.

Igual, no tengo porque bajarle la cara a nadie. No he hecho algo que sea motivo de un reproche. Esa es la vida, y de pronto mis próximos días sean igual de tediosos y solos como los que he pasado de un tiempo para acá, pero la de anoche será una alegría para seguir recordando en esos momentos. Gracias Paulis, y obviamente gracias a ella. Que buen detalle.

P.D.: Mi Prince, ahora sé cómo encontrarte, solo es que salga a comer con otra mujer, o por ahí con otra persona, cualquiera sea, para que aparezcas. Igual, ya estás decapitada. Vamos por el medallo.

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