jueves, septiembre 25, 2008

En la montaña rusa

Apareció el buso aquel. Fue una fiesta, Didier me tomó una foto y Don Víctor se rió mucho. Todo el mundo me jaló el pelo y se desquitó de las tantas bromas que les he hecho. Fue un momento feliz en esta montaña rusa en la que me encuentro.

Un palabra tiene la capacidad de subirme el ánimo o de bajarme al infierno. Un encuentro fortuito, una sonrisa. Trato de descifrar cada una de las señales y aunque Diana me hace toda la falta del mundo ya nunca más estará aquí. Esa historia ya tuvo un final.

Después del buso vino el bajón, y luego hay una somera alegría y de nuevo a la tristeza. Qué difícil es estar solo. Siempre solo. Ya me cansé de vivir así pero decidí que no volveré a casa hasta que haya logrado lo que quiero.

Y lo malo es que para lograrlo tendré que estar solo por mucho tiempo, por años tal vez. Y me da tristeza saber que el vació del alma no se llenará en todo este tiempo. Tal vez arriende mi propio apartamento y compre un perro. Tal vez mañana salga y baile solo como en otras ocasiones y si no iré a cine, solo, es porque no quiero llorar.

Ya ni llorar puedo. Pero porque no soy capaz. Qué difícil es esto. Qué difícil. Pero quiero ser capaz.

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