domingo, noviembre 26, 2006

Con el mar a cuestas

Felipe Torres
La torre de Babel montó sucursal en el Estadio de sóftbol cuando las novenas de Bolívar y Sucre se enfrentaron con motivo de los XXV Juegos Nacionales Intercolegiados que se realizaron en el transcurso de la semana pasada en nuestra ciudad. Mientras las aplicadas jugadoras masticaban chicles, de las bancas técnicas se escuchaban gritos en todas direcciones y en todos los matices de costeño: “Está mandando chato, sólo tirá a la buena”.
Traducción: La lanzadora, o pitcher que llaman, está tirando la bola englobada y quien batea solo debe golpear las que venga en dirección correcta.
Disculpen la pregunta ¿ha hablado usted con un costeño y está usted seguro de haber comprendido todo lo que le dijo? Mucho más difícil es hablar con aquellos que por su filiación con el juego de la pelota han acompañado sus triviales frases con términos y expresiones del inglés: “Mira chico –dice uno de los preparadores del equipo de Bolívar- aquí lo que quieren hacer es un equi play (squeeze play) porque tienen la casa llena, o sea que van a sacrificar la bateadora para anotar tres carreras”. Lástima lectores que ustedes no pueden reproducir estas palabras en su tono costeño y con la dicción de metralleta que tiene el director.

De Bayunca
- Maria, ¡batea como Zoila!
- Como mi abuelita no-, contesta la interpelada mientras se dirige a la zona de bateo haciendo caso omiso de un comentario asesino que se dejó escuchar de la tribuna.
- Sí, porque ella no batea nada.
Entenderán ustedes que la charlita puede ser pesada, sin embargo María Cantillo se ríe y vuelve a su partido. En el tiempo que estuvo de paseo por nuestra ciudad no se disgustó en ningún momento y cuenta que cuando supo que vendría a Medellín lo primero que pensó era en montar en el Metro. “Nos dijeron que si no ganábamos no nos llevaban pero supongo que hoy sí lo vamos a conocer”.
Y es que la pela que les pegó Córdoba el día jueves las discriminó de darse su palomita por la ciudad.
Cuenta Kendry Fuentes, también del equipo ganador, que ya conocieron el centro y que lo que más duro les ha dado es el agua fría “es que aquí no es tan caliente como en Bayunca”. El mar lo extrañan, pero mientras estén representado a su departamento dicen sentirse orgullosas y al fin y al cabo al mar no se lo van a llevar para ninguna parte.

Sóftbol y no más
“Franchesqui”, como todo el mundo lo llama podrá aspirar a todos los apodos menos al de “Fresqui”. Es tipo exigente pero no es grosero. Se sabe poner bravo cuando el equipo pasa los malos ratos y hace respetar su dirección técnica. También sabe sonreír y celebrar con su equipo cuando los resultados se dan.
La pitcher oficial del partido contra Sucre fue Luz Leidy Carrillo. “El profe me animo mucho, me dijo vamos a pitchar duro, vamos a ponchalas”. Y la confianza fue la suficiente para que Luz Leidy se tragara con su brazo el otro equipo. Su lanzamiento fue en molinillo, o sea que su brazo hace un giro de 360 grados antes de dispararla al cojín donde la impaciente jugadora mueve el bate metálico. “Yo gané este partido”, dice orgullosa antes de ir a la formación para tomarse una foto, mientras confiesa que la materia que menos le gusta es la de matemáticas y que ahora que termina su bachillerato solo desea dedicarse al sóftbol.
“Franchesqui” las reune a todas, las fila para la foto y luego les estimula el ánimo: “Vamos a almorzar, por ahora pensemos sólo en sóftbol y luego vemos que pasa”. Ana Victoria Patiño, la delegada del Ider Bolívar y apoyo a la selección de sóftbol les entregó el ficho del almuerzo y se fueron ebrias de victoria, con la nostalgia del mar y la expectativa de montarse al metro para tener una historia más para contar cuando vuelvan con los suyos al corregimiento Bayunca.

Con nostalgia de mar
“Yo soy María Cantillo, de Cartagena. Allí vivo en el corregimiento de Bayunca. Soy una muchacha muy alegre, me gusta el deporte y a eso le entrego todo, más el sóftbol porque practico otros deportes pero me encanta es el sóftbol.
Cuando yo estaba muy pequeña me gustaba llorar mucho, entonces la gente empezó a decirme llorona.
En Medellín nada me ha hecho llorar, todo me ha fascinado. La gente me ha tratado muy bien y la comida aunque es poquita ha sido muy buena. El agua es fea, es muy fría. Al mar lo extraño pero no al pescado.
De Medellín esperaba mucho y ha correspondido a esas expectativas. He conocido el centro, pasé por el parque Botero y esperamos ir al Metro. Yo me muero por montar en Metro, como dicen, el que viene a Medellín y no monta en metro nunca ha llegado.
Bolívar es un equipo echado pa lante y nosotras nos hemos caracterizado por entregarlo todo en la cancha. Con Franchesqui es normal verlo salido de la ropa, su carácter es así y uno se acostumbra pero es una persona muy chévere. Me voy muy contenta de Medellín”.

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