domingo, noviembre 05, 2006

Envigado F.C. pronto a descender a la primera B del fútbol colombiano

Un adiós y un exorcismo

Felipe Torres.
A Envigado más que despedirlo hay que espantarle los demonios. La derrota cuatro goles por uno frente al América, más que dejarlo en el infierno ficticio de nombre descenso, demostró que a Envigado las cosas no le funcionan por ninguna parte.
Desde el comienzo de temporada, con la muerte de su manager y principal accionista, Gustavo Upegui, el Envigado comenzó un camino en bajada que al día de hoy lo tiene al bordo, casi seguro, de la primera categoría del fútbol en Colombia.
El partido comenzó con buenos precedentes, una cancha en excelentes condiciones, 3 mil aficionados y una garulla. La mayoría de los espectadores, seguidores del equipo americano, no tuvieron problema en mezclarse con los hinchas naranjas en la tribuna occidental y con puñado de estudiantes en la tribuna sur. La Garulla, pájaro similar a la paloma pero más espigado y menos panzón, hizo alarde de sus capacidades voladoras y se ubicó en el sector de grama en la zona oriental. Volaba en fuga cada vez que los jugadores necesitaban el sector para transitar.
En cuanto al partido Envigado comenzó mostrando hambre de victoria y en el minuto siete se inició el pasabocas cuando Gustavo Bolívar centró desde derecha y Julián Vásquez de cabeza la sirve en el área para que sea Jhonier González el encargado de enviarla al fondo de la malla.
Pero el plato fuerte, que no fue garulla, se inició catorce minutos después cuando Humberto Osorio puso el partido en tablas luego que Víctor Pacheco cobrara un tiro libre que dejó el balón bailando en el área.

La caída
Al minuto 36 Camilo Ceballos en vez de despejar el balón lo engloba y tiene que disputarlo en la entrada del área. Salta para ganarlo con la cabeza y se la pone en los pies a un rival. La pelota llega a Humberto Osorio y éste se la entrega al lateral Pablo Arnero, de excelente presentación, quien no duda en enviar la pelota al fondo del arco y al Envigado al purgatorio.
Y la esperanza llegó pero no con fútbol sino con la radio que informaba que en Pereira expulsaban el defensor del Huila Jair Arrechea. Si Huila no sumaba puntos y Envigado lograba por lo menos un empate podría respirar más tranquilo el equipo naranja. Pero en cuanto al polideportivo Sur, las cosas no funcionaban y empezaba a levantarse un olor acre como el formol.
Envigado se mostraba y el palo decía que no. Y cada vez que se comía uno llegaba América y tome lo suyo. Minuto 42, saque de banda, se la lleva Mauricio Chalar, pisa el área, le cometen falta, todos miramos al juez, el juez señala el punto penal, el portero protesta, Julián Vásquez se adueña del balón, la tribuna celebra. Julían Vásquez ejecuta el penalti, el balón se va por encima, el portero celebra y la tribuna protesta.
Y por si fuera poco Julián Vásquez la vuelve a perder en el mismo minuto.
Lo demás fue balada, como dicen los venezolanos.
Y las noticias no paraban. A Millonarios, que se enfrentaba a Cartagena, el otro implicado en el descenso, le expulsaron un jugador antes de irse al entretiempo.

Nos llevó el diablo
El segundo tiempo no pudo ser más fatídico. Como el dicho aquel del hombre tan de malas que se lo llevó el diablo y lo dejó caer. Gustavo Dávila relevó a Jorge Aguirre en el minuto 46 y mientras corría su primer balón salió lesionado por un aparente tirón. Tal parece no hubo un calentamiento eficaz lo que obligó a que fuera sustituido al minuto 50. Cuatro minutos, una sola oportunidad de tocar el balón y una lesión. ¡Ay Caray!
Y como a Humberto Osorio del América lo dejaron coger una pelota con ángulo de gol él no dudó en bañar al arquero y poner el tres por uno que dolía en los riñones a todo aquel que guardaba esperanzas en el equipo envigadeño.
Y como a Víctor Pacheco también le dejaron coger la pelota pues él hizo la misma de Osorio y marcó el cuarto gol a imagen y semejanza del tercero.

Y las otras esperanzas
Perdidas. Cualquier argumento que el Envigado sacara a relucir en esta tarde de duelo iba a ser fustigado sin clemencia. Cartagena ya le había marcado un gol a Millonarios y se refugiaba en el calor de 128 puntos que lo eximían de toda posibilidad de descenso directo.
La gente ya quería que se acabara el partido y que América ganara su primer partido del semestre como visitante. Las voces alegres de los narradores deportivos contrastaban con la desolación de los hinchas cítricos que escuchaban como al Huila las cosas tampoco le funcionaban y tenían que cambiar su arquero por lesión del titular. El último pitazo que se escuchó en el Polideportivo Sur se ganó un suspiro de melancolía de aquellos que habían presenciado por última vez, lo más seguro, un partido de la A en su estadio. Cuando aún no se marchaban sonó la fatídica noticia: Gol de Huila. Paz sobre la tumba de un equipo al cual solo le queda un partido, muy complicado, frente al Cúcuta y que debe esperar a que el Huila no gane frente a Santa Fe.

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