lunes, septiembre 29, 2008

La llamada

De verdad que me alegró escucharla. Tan distante que está Diana y me encantó escuchar su voz. Llegó a la hora del infructuoso almuerzo.

Pero fue difícil hablar con ella. Empezando porque ya no le puedo decir "amor". Solo Diana. Me contó de su vida, sus vacaciones, sus miles de cosas por hacer, y añoré tanto no haberla perdido. Deseé tanto que la vida me diera otra oportunidad. Joder, que es muy difícil sacar a alguien de uno, sobre todo alguien que me alumbró la vida y que en su ausencia me ha dejado en la oscuridad más profunda.

Le dije de mí, con una voz un poco más segura, que he trabajado mucho. No le dije que la he llorado, que le he hecho duelo cada segundo desde que se fue. Cada cosa me recuerda los buenos momentos a su lado y luego aparece la neurona encargada de recordarme que ya no estará. Que difícil Diana, que difícil es olvidarte.

Cambio mi vida, juego mi vida. Sólo quiero ser feliz y hacerla feliz a ella. ¿Porqué no soy capaz? ¿Porqué ella no vuelve y celebramos su ausencia con un carnaval? De todas maneras la llevo perdida. Y es injusto, porqué la felicidad me es tan esquiva?

Diana, sé muy feliz, sé muy feliz. Quiere mucho a esa persona que está a tu lado y que hoy me dijiste que es tu amigo. Te aseguro que en poco tiempo estarás diciendo que lo amas, que es lo más grande que ha aparecido en tu vida. Y aunque me duele, me duele, me muero del dolor, quiero que seas feliz, muy feliz.

Alguien tan bella persona como vos solo tiene una posibilidad: ser feliz.

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