domingo, noviembre 21, 2010

El incrédulo

A veces quiere creer. Lo ha intentado miles de veces, todas en vano. Ha recurrido a toda clase de pastores, de lecturas, de guías espirituales. Ha recordado cuando estudiaba en el colegio católico. ¡Nada!

Su mente, capaz de diseñar mundos perfectos, de soñar paraísos, es imposible de toda fé.

Cuentan quienes lo han visto, que algunas veces irrumpe en una iglesia y observa a la multitud. Tiene la actitud de escuchar atentamente pero no musita una palabra. Dicen que también visita a los evangélicos. Levanta las manos y cierra los ojos. Algunas veces, incluso, recita fervorosas oraciones.

Todo esfuerzo es inútil. Por eso, cada tarde se sienta en su trono a crear sus propios mundos.

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