lunes, octubre 06, 2008

A Diana, mi homenaje

Decir que no te amé sería injusto. Decir que los mejores momentos de mi vida no los he pasado a tu lado sería una mentira. Reconozco que vos me cambiaste la vida, que del Felipe que conociste al que ahora has dejado hay un gran cambio.

Fue demasiado bonito todo lo que pasó. El conocerte en una semana santa de lluvia, el caminar por primera vez mientras te mojabas. Empezaste mal conmigo porque ese día solo tenía dos mil pesos en el bolsillo, pero un corazón inmenso para compartir contigo. Un corazón inmenso que incluso ahora está disponible para ti. Cuando quieras volver estoy aquí.

Y también fue muy bonito empezar a enamorarme de ti. Cuando me dijiste que tenías novio renuncié a cualquier cosa contigo, no es mi costumbre meterme con gente comprometida. Sin embargo esa tarde ya era imposible echar atrás los planes. Te acuerdas que fuimos al Colombo y que nos vimos una película que se llama La Vida de los Otros. Luego al Wall y tomamos cerveza, fue un día muy bonito aunque yo llevaba clavado en el pecho la existencia de tu novio. En adelante no te volví a buscar y dejé que tú hicieras tus cosas con toda tranquilidad.

Recuerda que nunca te presioné y que alguna noche me escribiste diciendo que querías terminar con él. Ahí si quise ser tu novio, ahí si me dije que haría todo por ti… todo para que no pasara lo que ahora está pasando.

Cuando te besé por primera vez sentí miedo, miedo porque sabía que si lo haría me enamoraría loca y perdidamente. Y lo hice porque sabía que eres una gran persona, alguien para amar toda la vida. Y no me arrepiento, de nada, eres demasiado hermosa.

Los días que siguieron fueron los más felices de mi vida: cuando veo una imagen del estadio de Medellín me acuerdo de cuando pasaba para tu casa; cuando veo una imagen de la Universidad me acuerdo de vos; cuando pienso en Medellín me acuerdo de vos; cuando camino en Bogotá por donde alguna vez caminé contigo me acuerdo de voz; cuando como pienso en vos; cuando pienso, pienso en vos; cuando respiro pienso en vos. Incluso ahora cuando ya vas lejos.

Me encanta recordar tus ojos, las largas caminatas que pasé a tu lado, sin un peso en el bolsillo pero millonario de amor. Recuerdo todas y cada una de las cosas que hicimos juntos… desde que te has ido he hecho un inventario de todo lo que viví con vos. Y he llorado cada segundo por haber perdido eso.

Luego vino la separación, la oportunidad de ser, de tener con qué vivir y la opción de Bogotá. Fue tan difícil para mí como para ti; lloré tanto como tú y maldije a Medellín porque nunca me dio una oportunidad de tener un trabajo decente; y maldije El Colombiano y sus roscas que nunca me dio la oportunidad de trabajar allí; y en tiempos de mucho desespero maldije ser periodista. Si hubiera sido contador, banquero u otra vaina parecida no tendría que haberme alejado de ti.

Pero me metí de periodista, un pecado para cuando uno vive en Medellín. Y cada vez que lloraba por no poder estar contigo me reconfortaba en tanto amor que te he tenido y pensaba en el futuro, un futuro para los dos… si hubiese sido rico no tendría problema alguno, si mis papás se hubieran procurado una forma de que nosotros, los tres hijos no nos tuviéramos que batir a diario contra la vida, hoy estarías a mi lado, hoy seguiríamos siendo novios y haciendo los planes de siempre.

Antes de venirme a Bogotá las cosas no funcionaban en la casa. Mi mamá se jugaba en el bingo toda la plata que tenía mientras que en la casa no había leche, no había para hacer aguapanela, y la lavadora daba sus últimas pataditas. No sé si te diste cuenta que tu mamá me preguntaba porque me ponía una camisa que no le gustaba a ella. La respuesta es porque no tenía más; no sé si te enteraste pero en mi cajón no había más que dos pantalones y unas cinco camisas. La situación era desesperante y como Monica ya no estaba en la casa todo era mucho más difícil.

A mi mamá se le veía venir una crisis y hablé con Monica para saber que era lo mejor para hacer. El Mundo por su lado empezaba a mostrar una crisis que lo llevará a la quiebra en los próximos días. La situación laboral era casi insostenible y tú misma fuiste testigo de la encrucijada en que me encontré. Yo también lloré y sufrí y maldije la situación tan difícil que he vivido.

Llegaste en un mal momento de mi vida, me alumbraste pero tu luz no fue suficiente para esperarme hasta que amaneciera. Cuando llegué aquí me propuse hacerte feliz, me propuse lograr todo para darte la mejor vida, verte y hacerte feliz era mi felicidad. Quería tener plata para pagarte un taxi cuando lloviera, quería tener una mejor camisa y poderte decir, mira yo también estoy en el tercer piso, al igual que tú. Parece que por ahora sólo alcanzo a levantarme del piso y tu negativa a darme una oportunidad de hacerte feliz me hace pensar que nunca más podré salir de este primer piso, que este es mi sitio natural.

Me da rabia con la vida que no me haya dado la facilidad para las cosas, que me haya puesto a cruzar la calle por el camino más largo. Nunca renuncié a amarte, nunca he renunciado porque con vos empecé a sentirme amado.

Y por eso es que no me gusta que digas que no te amé, que me tenías que mendigar cariño. Como nunca aprendí a amar, como nunca sentí amor antes de ti, no sabía actuar en base a esa nueva situación. Te pedí que me enseñaras a abrir mi corazón, te pedí que me tiraras el salvavidas… pero ya era demasiado tarde. Yo no nací aprendido en el amor, mi infancia no fue una fuente de cariño, de los 10 a los 16 años no sentí una palabra de amor, no sentí una mano amiga. No era fácil que yo aprendiera de buenas a primeras.

Por eso cuando dices que solo al final me puse las pilas te digo que al final empecé a aprender y te pedí que me dieras la oportunidad de aprender. Pero la escuela no está abierta para cuando uno quiere, sino para cuando está estipulado.

Ahora que te has ido he tomado la decisión de respetar lo que tú quieres. No significa que no te ame, aquí estoy dispuesto a amarte de nuevo para cuando decidas volver. Si alguna vez crees que todo lo bonito que soñamos puede ser realidad, bienvenida; si crees que podemos luchar por estar juntos, bienvenida. Si crees que no es suficiente y que en otra parte puedes encontrar mucho más de lo que yo te puedo ofrecer, ve, no dudes, no tengas miedo a equivocarte. Juégate a la aventura, puede que sea la decisión más afortunada de tu vida.

Y si te llegas a equivocar, no te preocupes, la vida también es para equivocarse, y aunque duele, enseña. Me caigo, me levanto, aprendo.

Por mí no te preocupes, ya te he dicho que aquí estoy esperándote para cuando quieras volver, que mi amor es tan grande que aquí sigo pendiente de una palabra tuya. Discúlpame los errores, los daños que te hice. Te amo, los errores no los quería cometer. De pronto alguna vez te acuerdes que aquí estoy muriéndome de amor por ti. Chao.

No hay comentarios.: