jueves, octubre 02, 2008

El camino sin retorno

La vida es algo cíclico. La mía ha tenido una serie de cosas que se repiten y se repiten y hoy fue un día en el cual se quiebra un vínculo. Diana juró por esta vida y la otra que ella no me dejaría por otra persona. Pero así lo hizo y repitió la historia de tres de sus predecesoras. A Diana también hay que contarla entre las personas que suelen irse en cualquier momento.

Pero bueno, esta vez como en otras salí a hacer deporte, con la necesidad más de cansarme que de desarrollar mis músculos o cualquier otra razón. Y lo hice en rompimientos anteriores y siempre significó la forma de sacar a esa persona, cerrar el capítulo y empezar a pensar en quien viene. Hoy no me interesa nada que pueda pasar con Diana, aunque sé que cuando venga a Bogotá va a ser una situación difícil.

Pero lo importante es que desde ahora me empiezo a preocupar más por mí. A tomar el vino mejor, a comer lo que más me gusta. A darme los lujos que antes por diversas razones no me da. Además que ahora el flujo de caja no es malo y además de ahorrar me da para acceder a esos lujos.

La etapa de curación se cerró, con un difícil éxamen el próximo 10 de octubre pero con una etapa que ya se ha acabado. Ahora vienen las etapas de terapia, preocuparme más por mí, sólo por mí y hacer todo por llevar mi vida de la manera que mejor me parezca.

Después vendrá la época en la que aparezca otra persona. Para ese día ya tendré que tener la casa arreglada... las flores estarán aromatizadas y la mesa servida. Para eso faltan algunos meses y creo que, como lo hice en otras ocasiones, cerraré todas las posibilidades por unos meses, tal vez hasta el próximo año. Para cuando esa persona llegue se sentirá cómoda a mi lado, no tendrá que temer a heridas o decisiones imprevistas. Se dará cuenta que la estaba esperando. Por eso no va a ser cualquier persona.

Así que desde ahora, con un leve paréntesis en una semana, lo importante soy yo: Felipe Torres.

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