domingo, octubre 05, 2008

"Yo me quedo contento así quedés de último"

Los domingos en la mañana son muy difíciles, sobre todo cuando nadie llama, cuando nadie aparece, cuando las calles están vacías y yo voy en bicicleta al trabajo. La calle estaba húmeda por lo cual la ciclovía no fue el desfile de rolas cachetirrojas...

Esperaba algo de alguien, quizás una palabra, un abrazo, un gesto que me diera combustible para vivir. Pero nada, no hubo mensajes en ninguno de los cuatro correos, no habían llamadas perdidas en el celular. Hice modorra y luego abrí el cajón de mi oficina. Didier dejó una nota con su cariño insultante de siempre y en el celular aparecía una llamada.

Pensé en Diana... pero no. Pensé en Mónica, pero no. Anna no podría haber sido. Abuelo aparecía en la pantalla y había mensaje de voz, era mi papá. "Felipe te llamo como ya he llamado a mucha gente, a todo el mundo le he dicho que el miércoles es la premiación del premio de novela...

"Stella dice que vos ganas pero yo no creo, no ves que la tonta de Luisa no empastó bien el trabajo (como si se tratara de un concurso de diseño). Sin embargo yo creo en vos, así como vos creiste en mí cuando yo hice la exposición de arte chatarra...

"La premiación es el miércoles a las siete de la noche en el Teatro Pablo Tobón Uribe y va a estar una orquesta que va a tocar el Concierto de Manrique, con eso yo ya soy feliz, yo me quedo contento así vos quedés de último", dijo.

De nuevo estaba llorando, de nuevo lágrimas y el mensaje seguía diciendo que me espera en Medellín, que quiere que sea profesor, que no me quiere saber triste y lejos. Si supiera que una palabra suya me da todos los ánimos del mundo, que sus soluciones no cuerdas son el mejor camino a todos los problemas reales. Saulario, yo sé que vos sentís todo el amor que yo te tengo y que aunque no he compartido tus decisiones yo soy tu imagen y semejanza. Toda esta carrera ha sido por superar lo que vos has hecho en tu vida, y creo que lo voy logrando, pero espero tener siempre la sabiduria de las cosas sencillas que te acompañan.

Recordaba hace poco el viaje a Santa Marta, los difíciles momentos en la sierra y la difícil situación que vivimos ese día. No la cuento aquí porque será algo que quede entre nosotros dos, nadie nunca sabrá lo que pasó ese día, es un secreto de padre e hijo... La intimidad de haber llegado a sentirnos como amigos para afrontar los obstáculos de ese viaje, la tranquilidad y la seguridad que sentiamos el uno al otro pese a creer que era el último día de nuestras vidas. Ya pasamos lo difícil Saulario y cuando yo regrese a Medellín hablaremos mucho más, cuidaremos las flores y tendremos más campo y menos ciudad. Un abrazo desde aquí, querido papá.

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