domingo, octubre 19, 2008

Mucho por decir, nada que contar

Qué días tan difíciles estos. Vivir se ha hecho imposible con el recuerdo siempre presente de Diana. Por más que trato no soy capaz de sacarla de mi cabeza, y sigo esperando que vuelva, que pase todo lo que nunca pasó.

De lo que pasó el viernes quisiera ni hablar. Creo que yo soy capaz de hacer las cosas, sin sugestión, sin que nadie me adivine el futuro; tengo la razón suficiente para saber qué me hace bien y qué me hace mal, para saber de qué soy capaz y de qué no.

Dice doña América que no es justo que mientras yo lloro a Diana cada segundo ella ya ande presentando su nuevo novio en sociedad. Para esa familia la gran novedad es el nuevo chico "con el que anda pa' arriba y pa' abajo Diana". Qué vaina, y yo que sigo amándola como el primer día.

Ayer estuve todo el día como perro envenenado. Además que ahora tengo orden de captura de dos quirófanos. Siempre todo puede estar peor, no te preocupes. Pero es injusta la vida, que vaina que haya sido así.

En la noche las cosas no mejoraron. Una película antes vista, muy buena entre otras cosas. A veces siento que a mis amigos sólo les sirvo cuando tengo plata para prestarles, de resto paila. Y como esta quincena he querido ahorrar a nadie le interesa salir con Felipe. Creo que no volveré a pagar la cuenta, me volveré igual de goterero, o mejor recordaré mis tiempos de carestía.

Ella dijo que a mi se me iba la plata como agua entre las manos... No creo, ya he logrado algo y pronto eso tendrá sus frutos, además que siento que la calidad de vida ha mejorado. Eso es importante. ¿Será cierto lo que dijo de otras personas? Hummm, que vaina por ella, pero lo de mi familia no le creo ni cinco, nunca hemos estado por fuera de la ley y no habrá por eso ningún ajusticiamiento. ¡Qué película! Creo que le caería bien cambiar de jíbaro.

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